El aroma del pan recién hecho

Su padre es un tal José Luis López-Brío y Gómez de la Portezuela, quinto marquesito de Postealto, tercer señor de Lucenitas y, por cuestiones de reducción del patrimonio, primer panadero del pueblo a tiempo parcial que, las noches sin luna llena, gustaba de amasar por las camas de los alrededores. «El levadura», le llamábamos, porque nunca fallaba y levantaba miga. Pero tuvo que huir del pueblo, comenta entre risitas otra de las que le echaban masa madre cuando ve pasar al hijo con la furgoneta de reparto. Se santigua, sobreactúa, y por los adentros suspira recordando aquellos tiempos en los que siempre tenía su horno encendido.

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