La importancia del contexto


Al ver el cartel, no pude resistirme. Me traje para casa dos NIÑOS algo moviditos, una SRA. de turgente conversación y (estaba incluido en la oferta) un CBLLRO. «de los de antes», según la dependienta. Y por muy poco dinero. Una buena compra, ¿verdad? Pues no, en poco más de una hora, y acompañado por el género adquirido, estaba de vuelta en la tienda. Menudo follón armaban los cuatro: gritos, insolencia, indolencia, conmoción. Lo que me costó atrapar a los NIÑOS y despegar al CBLLRO. del sofá. Aún no sé dónde escondió el mando de la tele. La vecina, en el ascensor y secundada por la SRA., me dijo que sigo pareciendo tan tonto como siempre, que desconfíe de las ofertas, sobre todo cuando se trate de personas.



No me devolvieron el dinero, pero me ofrecieron un vale que canjeé gustosamente por unas buenas zapatillas, que era lo que había ido a buscar al contexto. Recordad: sea cual sea el contexto, nunca tiréis el tique de compra.

El aroma del pan recién hecho

Su padre es un tal José Luis López-Brío y Gómez de la Portezuela, quinto marquesito de Postealto, tercer señor de Lucenitas y, por cuestiones de reducción del patrimonio, primer panadero del pueblo a tiempo parcial que, las noches sin luna llena, gustaba de amasar por las camas de los alrededores. «El levadura», le llamábamos, porque nunca fallaba y levantaba miga. Pero tuvo que huir del pueblo, comenta entre risitas otra de las que le echaban masa madre cuando ve pasar al hijo con la furgoneta de reparto. Se santigua, sobreactúa, y por los adentros suspira recordando aquellos tiempos en los que siempre tenía su horno encendido.