Chicago 1924

Le obligaron a sentarse en el sofá, junto a sus zapatos de claqué. 
—¡Átatelos, Carlo! —le ordenó Johnny señalándolos con su automática—. No tardes o será peor. No me importa matar hombres sin pies, lo que no soporto es ver muertos descalzos, aunque sean unos soplones como tú.
Carlo se agachó y, despacio, muy muy despacio, comenzó a atarse el primer zapato.
—Todo hombre debe ir a la tumba con un buen traje y unos buenos zapatos —sentenció Johnny—. La nonna Giulietta así me lo enseñó.
Carlo miró los zapatos de Johnny.
«Su abuela estará contenta», pensó Carlo mientras palpaba el revolver bajo el sofá.

(finalista semanal XIII Edición de Relatos en Cadena. 13/01/2020)