No habrá futuro

Esta noche, buscará silencios y sombras. Cruzará el pueblo y se llegará hasta el río con la bolsa bien anudada. Mirará a su alrededor para asegurarse de que nadie le observa. Será entonces cuando levantará alguna de las inmensas piedras que se acumulan junto al cauce y la dejará caer, una, y otra, y otra vez, hasta que en la bolsa ya nada se mueva. Sentirá nauseas, dolor y temblará cuando la recoja. Apretará los dientes, rechinarán, y llorará al lanzarla al río. En cuanto escuche el sonido del golpe en el agua, allí mismo, de rodillas, se santiguará y, a pesar de que la vida no le ha dejado espacio para la fe, rezará. Pedirá que su hijo, al que se llevó la corriente, sea feliz en compañía de su mascota.

(ENTC - Lo incorrecto - junio, 2025)

Por entre lo dormido

Bostezo bajo las sábanas y me revuelco con esa deliciosa pereza matinal que todavía no me ha dejado. Miro el despertador. Un ratito más. A estas horas el director ya debe estar preguntando por mí. Me lo imagino. Se moverá a histéricos trancos por los pasillos, como siempre. Hará aspavientos, consultará la hora en el reloj del despacho, en su Rolex, en el móvil. Entrará y saldrá de la sala de juntas, sudoroso, y con esa falsa sonrisa tan suya dará alguna extraña excusa. Se pondrá en jarras y chasqueará la lengua. Cómo le gusta hacerlo: me enerva. En cuanto me levante, me duche, tome el café y llegue a la reunión, tengo que cesarlo. Es uno de los pocos gustazos, junto con dormir un ratito más, que aún podemos darnos los presidentes.

XII Quedada Microrrelatista - Sevilla, 2025


Me gusta andar de noche

Me gusta andar de noche las ciudades desiertas, 
cuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.

Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra...
Las calles son más largas, el tiempo también crece.

¡Yo alcancé a vivir siglos andando algunas horas!

CONCHA MÉNDEZ

Los nidos

 

Ella querría estar en casa, con los olores de la cocina, y escuchar el canturreo de su madre al ritmo con el que la cuchara golpea las cazuelas. Verla bailotear entre fogones, despensa y leñera y, de vez en cuando, sentir un beso cálido en la coronilla. Pero todos se empeñan en que hoy vuelva al colegio, aunque ella no quiera. Pasar el día con esos esos niños tontos que corren y gritan. Sólo su única amiga está tan triste como ella porque se ha muerto la golondrina que anidaba en el alero. Las mayores canturrean, les hacen corro y se burlan porque la muerte ronda sus casas, a una bajo el tejado, a la otra en la cocina.


ENTC - 2025 

La culpa

Desde que su mujer desapareció, él se movía por el pueblo acarreando una escalera. Siempre la misma rutina. Salía de casa, temprano, la mirada baja, silencioso. Al llegar al bar, dejaba la escalera junto a la puerta y pedía chatos y chatos de vino; cada día, uno más. Ya de noche, cuando era la hora de cerrar, volvía a casa tambaleándose. Sólo se paraba bajo el árbol de la plaza, con la escalera apoyada en el tronco y su inmenso pañuelo en mano, a mirar hacia arriba y a descansar.

     Algunos vecinos aseguraban, entre carcajadas, que siendo un tipo violento era para estampársela en la cabeza de quien le había robado a su Antonia; otros juraban que le habían visto subir a fisgar a través de las ventanas de las casas del pueblo por si ella estaba amancebada en alguna; también que la llevaba con la intención de encaramarse a cualquier tejado de la calle Mayor y acechar por si ella pasaba… Todos los chismorreos parecían posibles hasta hoy al amanecer, cuando el alguacil ha descubierto la escalera junto al tronco del árbol y su cuerpo balanceándose entre las ramas.

(ENTC - Escaleras - Febrero, 2024)

Loco

Estaba loco. Loco de atar. De esos locos que te hacen cambiar de acera. Un loco con aspavientos y voces. Voces por dentro y por fuera. De manual: gritos de loco, cara de loco, ojos de loco, dientes de loco, ropa de loco, andares de loco. Un loco que no disimula. Que se sabe loco. Que es feliz siendo loco. No como otros locos que se creen cuerdos y se cambian de acera.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

La vida es juego

Les ordenamos salir del aula. Sus miradas traviesas, las risitas constantes y el bailoteo nervioso eran pruebas irrefutables de su culpabilidad. Por los pasillos, mientras unos imitaban el sonido de un tambor, otros marcaban el paso. Un, dos, un, dos… Como cualquier otro día, al salir al patio rompieron filas. Entre saltos y carreras, llegaron hasta la portería pintarrajeada en un muro manchado con la sangre de sus maestros. El más pequeño, con los brazos cruzados y la boca torcida, iba el último, bien enfurruñado. Él siempre había querido hacer de invasor.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

El deconstructor

Un vientecillo voluble y descreído merodea entre los árboles del parque. Al llegar a una zona soleada, se acalora, sopla y resopla. Crea un remolino de hojas y polvo al que se une alguna bolsa olvidada. Un niño que se acerca para curiosear es absorbido sin contemplaciones. Su madre corre para rescatarlo y es aspirada por un vórtice cada vez más virulento. El torbellino, crecido y envalentonado, engulle más gente, árboles, animales, trocitos del mundo. Se hace manga, tornado, ciclón. Se agiganta y, después de tragarse cielo, tierra, luz y al mismo Dios, vuelve a dejar el antiguo rastro de tinieblas.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

Entre junglas

Estar hasta taparrabos. Selva morir. Golpes doler costillas y garganta quemar con gritos. Chita ir lejos. Olvidarse: no escribir, no tam-tam. Yo tener que tocar solo. No poder más. Coger primera liana hacia civilización. Atravesar monte que separar del río. Caminar por llanuras, nadar cuando ser preciso, y alcanzar el mar. Hallar un barco, cruzar el horizonte. Buscar mi sitio, mi lugar, otra forma de sentir, de hablar. Luchar por mi destino entre bloques de cristal y cemento. Volver a pelear. Y, por fin, reinar entre todas las manadas del asfalto.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

Verum vinum

Si me invitáis a una copa, os relataré mi aventura en la montaña más alta del mundo, sin oxígeno, sin miedos, sin compañía. Pero tal vez no sea del todo cierto.

      Con la segunda, juraré que vi una sirena entre las rocas, con la cola de escamas, su pelo de algas y una sonrisa de espuma. Aunque quizás os estaría mintiendo.

      Con la tercera, os contaré aquella vez que me perdí en la jungla y sobreviví comiendo raíces, semillas y larvas. Y probablemente será tan falso como todo lo demás.

      A partir de la cuarta, recordaré los viejos tiempos y os hablaré de aquel día en el que fui feliz.


Varado

Siempre ha sido un viejo de vara en mano, de esos que disfrutan cuando hurgan entre los matojos y los agujeros, de los que descalabran cualquier bichejo que salga corriendo y que atesoran en su casa todo lo que encuentran por ahí. Tiene una técnica depurada, y se enorgullece, un giro de muñeca, una habilidad innata revolviendo el mundo. Un ruido, unos brillos, una forma: se emociona, incluso antes de escudriñar. Nota un algo, un nerviosismo extraño, como cuando descubrió un anillo dentro de un viejo nido de urraca tumbado por el viento. O la mañana que rescató una boina nuevecita en unas matas de romero, junto al camino, y que aún conserva el olor. O, enterrado bajo un brezo, el reloj de cadena herrumbroso que todavía funciona y luce cada cinco minutos en el casino. O esa mujer de ojos negros como las moras que encontró hace poco entre los arbustos y que, según cuenta, le ha escondido la vara para que no vaya a hurgar en otras zarzas.

(ENTC - VOORPRET - Agosto, 2024 - Relato seleccionado)

Politeísmo

Y al séptimo descansó, y vio que eso era bueno, y creó otro Dios.


Revista Quimera, 487-488
julio-agosto 2024