Postal de verano

Bajo el enorme tilo del jardín, mecida por cancioncillas infantiles y el murmullo del riachuelo, la abuela duerme sentada en la hamaca. Sobre su tripa, los brazos cruzados elevan unos inmensos pechos en los que reposan una papada colosal, la barbilla arrugada y sus antiguos sueños. De vez en cuando, tal vez avisada por algún pájaro, abre un ojo inquisidor, siempre el mismo, para comprobar que todas sus niñas están jugando, y lo vuelve a cerrar muy despacio mientras sonríe satisfecha. Sin descruzar los brazos, con dos o tres movimientos de sus carnes, acomoda de nuevo las posaderas y vuelve a estar lista para continuar su siestecilla.

(Publicado en ENTC - diciembre 2020 - Escenarios)