Tuve una extraña belleza. Atrayente, eso dicen. Tal vez, si hubiese nacido dos milenios más tarde, habría sido «La faraona de París», la más rutilante vedete del Folies Bergère o del Moulin Rouge. «La gran Cleopatra», dirían los carteles. Qué delicia, cantar vestida de ORO y, alrededor de mi cuerpo, una inmensa boa de plumas. Sí, boa, y no esa tontería del áspid. Quita, quita, que yo no dejo que un bicho feo me muerda, que con un pinchacito de nada yo misma introduje el veneno en mi cuerpo… Y qué deliciosa vida habría sido, ¡ay!, envuelta en lujo y pasiones: ramos por un beso, palacios por una sortija, sus vidas por mi atención. Luz, color, fiestas y piedras, pero preciosas, no de esas egipcias, polvorientas y abarrotadas de grabaditos con gente que nunca miraban a la cara y siempre que los necesitabas se ponían de perfil.
(ENTC - Monstruoscopio 2022 - Ronda1)
No hay comentarios:
Publicar un comentario