Por entre lo dormido
Bostezo bajo las sábanas y me revuelco con esa deliciosa pereza matinal que todavía no me ha dejado. Miro el despertador. Un ratito más. A estas horas el director ya debe estar preguntando por mí. Me lo imagino. Se moverá a histéricos trancos por los pasillos, como siempre. Hará aspavientos, consultará la hora en el reloj del despacho, en su Rolex, en el móvil. Entrará y saldrá de la sala de juntas, sudoroso, y con esa falsa sonrisa tan suya dará alguna extraña excusa. Se pondrá en jarras y chasqueará la lengua. Cómo le gusta hacerlo: me enerva. En cuanto me levante, me duche, tome el café y llegue a la reunión, tengo que cesarlo. Es uno de los pocos gustazos, junto con dormir un ratito más, que aún podemos darnos los presidentes.
XII Quedada Microrrelatista - Sevilla, 2025
Me gusta andar de noche
Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,
cuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.
Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra...
Las calles son más largas, el tiempo también crece.
¡Yo alcancé a vivir siglos andando algunas horas!
CONCHA MÉNDEZ