Garrampa de Letras
De vez en cuando las cosas cambian, y este blog también.
La culpa
Loco
La vida es juego
El deconstructor
Entre junglas
Verum vinum
Si me invitáis a una copa, os relataré mi aventura en la montaña más alta del mundo, sin oxígeno, sin miedos, sin compañía. Pero tal vez no sea del todo cierto.
Con la segunda, juraré que vi una sirena entre las rocas, con la cola de escamas, su pelo de algas y una sonrisa de espuma. Aunque quizás os estaría mintiendo.
Con la tercera, os contaré aquella vez que me perdí en la jungla y sobreviví comiendo raíces, semillas y larvas. Y probablemente será tan falso como todo lo demás.
A partir de la cuarta, recordaré los viejos tiempos y os hablaré de aquel día en el que fui feliz.
Varado
Siempre ha sido un viejo de vara en mano, de esos que disfrutan cuando hurgan entre los matojos y los agujeros, de los que descalabran cualquier bichejo que salga corriendo y que atesoran en su casa todo lo que encuentran por ahí. Tiene una técnica depurada, y se enorgullece, un giro de muñeca, una habilidad innata revolviendo el mundo. Un ruido, unos brillos, una forma: se emociona, incluso antes de escudriñar. Nota un algo, un nerviosismo extraño, como cuando descubrió un anillo dentro de un viejo nido de urraca tumbado por el viento. O la mañana que rescató una boina nuevecita en unas matas de romero, junto al camino, y que aún conserva el olor. O, enterrado bajo un brezo, el reloj de cadena herrumbroso que todavía funciona y luce cada cinco minutos en el casino. O esa mujer de ojos negros como las moras que encontró hace poco entre los arbustos y que, según cuenta, le ha escondido la vara para que no vaya a hurgar en otras zarzas.
Politeísmo
Pastoril
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Imagen de Ria en Pixabay |
Retrato
Observas la foto que, desde tu boda, ocupa ese espacio eterno en la cómoda del salón. Tenías una cara tersa, joven, alegre, pero el tiempo y la vida la han raspado. Ahora se asemeja más al marco de madera reseca, desportillada y macilenta. Aun así, sonríes. Es mejor estar viva, a pesar de que te falte un trozo de tu propio marco. Es mejor estar sola, aunque tengas que estirar la pensión mes tras mes. Es mejor ser tú misma: es mejor. Te incorporas, desmontas el deslucido cartón trasero, sacas la foto y la abandonas en el fondo del último cajón. Pones en su lugar la que te hiciste antes de que empezases la quimio. Ajustas de nuevo las pestañas posteriores, algo oxidadas, y colocas el marco en la posición de siempre, sobre las huellas que se adivinan entre el polvo. Tienes que limpiar un poco, piensas mientras te alejas para verla en la distancia: esa sí, esa sí que eres tú, tan igual, tan distinta, tan tú. Te quitas el pañuelo y lo pasas sobre la cómoda. Te guiñas un ojo. Estáis perfectas.
(ENTC - Junio 2024 - WABI SABI)
A discreción
El esquirol
Decidieron eliminar al príncipe besucón de la profecía. Tras un siglo de crecimiento frondoso y tranquilo del bosque, nadie estaba dispuesto a que desapareciese su hogar encantado por despertar a una princesa. Hadas y gnomos ultimaban las trampas elaboradas con ramas puntiagudas y venenos. Los animales afilaban dientes, picos, garras y cornamentas. Los elfos acechaban desde los árboles; entre arbustos, se emboscaban los duendes: si intentaba llegar al castillo, el príncipe se llevaría una sorpresa. Sólo un topo rompía el extraño silencio jugueteando con un saco de monedas. A nadie pareció importarle un animal que nunca sale en los cuentos y hace túneles bajo tierra.
El esquirol es uno de los textos de Mientras haga viento (Platero, 2024) que también aparece, junto a otros cuatro, en el número 485 de la revista Quimera (mayo de 2024).