La culpa

Desde que su mujer desapareció, él se movía por el pueblo acarreando una escalera. Siempre la misma rutina. Salía de casa, temprano, la mirada baja, silencioso. Al llegar al bar, dejaba la escalera junto a la puerta y pedía chatos y chatos de vino; cada día, uno más. Ya de noche, cuando era la hora de cerrar, volvía a casa tambaleándose. Sólo se paraba bajo el árbol de la plaza, con la escalera apoyada en el tronco y su inmenso pañuelo en mano, a mirar hacia arriba y a descansar.

     Algunos vecinos aseguraban, entre carcajadas, que siendo un tipo violento era para estampársela en la cabeza de quien le había robado a su Antonia; otros juraban que le habían visto subir a fisgar a través de las ventanas de las casas del pueblo por si ella estaba amancebada en alguna; también que la llevaba con la intención de encaramarse a cualquier tejado de la calle Mayor y acechar por si ella pasaba… Todos los chismorreos parecían posibles hasta hoy al amanecer, cuando el alguacil ha descubierto la escalera junto al tronco del árbol y su cuerpo balanceándose entre las ramas.

(ENTC - Escaleras - Febrero, 2024)

Loco

Estaba loco. Loco de atar. De esos locos que te hacen cambiar de acera. Un loco con aspavientos y voces. Voces por dentro y por fuera. De manual: gritos de loco, cara de loco, ojos de loco, dientes de loco, ropa de loco, andares de loco. Un loco que no disimula. Que se sabe loco. Que es feliz siendo loco. No como otros locos que se creen cuerdos y se cambian de acera.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

La vida es juego

Les ordenamos salir del aula. Sus miradas traviesas, las risitas constantes y el bailoteo nervioso eran pruebas irrefutables de su culpabilidad. Por los pasillos, mientras unos imitaban el sonido de un tambor, otros marcaban el paso. Un, dos, un, dos… Como cualquier otro día, al salir al patio rompieron filas. Entre saltos y carreras, llegaron hasta la portería pintarrajeada en un muro manchado con la sangre de sus maestros. El más pequeño, con los brazos cruzados y la boca torcida, iba el último, bien enfurruñado. Él siempre había querido hacer de invasor.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

El deconstructor

Un vientecillo voluble y descreído merodea entre los árboles del parque. Al llegar a una zona soleada, se acalora, sopla y resopla. Crea un remolino de hojas y polvo al que se une alguna bolsa olvidada. Un niño que se acerca para curiosear es absorbido sin contemplaciones. Su madre corre para rescatarlo y es aspirada por un vórtice cada vez más virulento. El torbellino, crecido y envalentonado, engulle más gente, árboles, animales, trocitos del mundo. Se hace manga, tornado, ciclón. Se agiganta y, después de tragarse cielo, tierra, luz y al mismo Dios, vuelve a dejar el antiguo rastro de tinieblas.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

Entre junglas

Estar hasta taparrabos. Selva morir. Golpes doler costillas y garganta quemar con gritos. Chita ir lejos. Olvidarse: no escribir, no tam-tam. Yo tener que tocar solo. No poder más. Coger primera liana hacia civilización. Atravesar monte que separar del río. Caminar por llanuras, nadar cuando ser preciso, y alcanzar el mar. Hallar un barco, cruzar el horizonte. Buscar mi sitio, mi lugar, otra forma de sentir, de hablar. Luchar por mi destino entre bloques de cristal y cemento. Volver a pelear. Y, por fin, reinar entre todas las manadas del asfalto.

(infoLibre - Los diablos azules - Liebre por gato - 27 de noviembre de 2024)

Verum vinum

Si me invitáis a una copa, os relataré mi aventura en la montaña más alta del mundo, sin oxígeno, sin miedos, sin compañía. Pero tal vez no sea del todo cierto.

      Con la segunda, juraré que vi una sirena entre las rocas, con la cola de escamas, su pelo de algas y una sonrisa de espuma. Aunque quizás os estaría mintiendo.

      Con la tercera, os contaré aquella vez que me perdí en la jungla y sobreviví comiendo raíces, semillas y larvas. Y probablemente será tan falso como todo lo demás.

      A partir de la cuarta, recordaré los viejos tiempos y os hablaré de aquel día en el que fui feliz.


Varado

Siempre ha sido un viejo de vara en mano, de esos que disfrutan cuando hurgan entre los matojos y los agujeros, de los que descalabran cualquier bichejo que salga corriendo y que atesoran en su casa todo lo que encuentran por ahí. Tiene una técnica depurada, y se enorgullece, un giro de muñeca, una habilidad innata revolviendo el mundo. Un ruido, unos brillos, una forma: se emociona, incluso antes de escudriñar. Nota un algo, un nerviosismo extraño, como cuando descubrió un anillo dentro de un viejo nido de urraca tumbado por el viento. O la mañana que rescató una boina nuevecita en unas matas de romero, junto al camino, y que aún conserva el olor. O, enterrado bajo un brezo, el reloj de cadena herrumbroso que todavía funciona y luce cada cinco minutos en el casino. O esa mujer de ojos negros como las moras que encontró hace poco entre los arbustos y que, según cuenta, le ha escondido la vara para que no vaya a hurgar en otras zarzas.

(ENTC - VOORPRET - Agosto, 2024 - Relato seleccionado)

Politeísmo

Y al séptimo descansó, y vio que eso era bueno, y creó otro Dios.


Revista Quimera, 487-488
julio-agosto 2024

Pastoril

Todas las ovejas, del conde, ninguna mía, asegura el pastor. Pero la leche sí qu'es pa mí, y mientras lo dice se golpea el pecho. Vamos hombre, to’el día d’aquí p’allá con ellas. Que’l perro y el tiempo los pongo yo. Y el aguante, dice guiñando un ojo, que muchismo conde, muchisma alcurnia, pero quien l’está dando alegrías a la condesa es servidor, y suelta una carcajada. Y bien que se las doy, ridiez, qu’estoy llenándole la hacienda de condesitos. Más que de ovejas. Oiga, que esto no salga d’aquí, a ver si me van a venir pidiendo leches.

Imagen de Ria en Pixabay

Retrato

Observas la foto que, desde tu boda, ocupa ese espacio eterno en la cómoda del salón. Tenías una cara tersa, joven, alegre, pero el tiempo y la vida la han raspado. Ahora se asemeja más al marco de madera reseca, desportillada y macilenta. Aun así, sonríes. Es mejor estar viva, a pesar de que te falte un trozo de tu propio marco. Es mejor estar sola, aunque tengas que estirar la pensión mes tras mes. Es mejor ser tú misma: es mejor. Te incorporas, desmontas el deslucido cartón trasero, sacas la foto y la abandonas en el fondo del último cajón. Pones en su lugar la que te hiciste antes de que empezases la quimio. Ajustas de nuevo las pestañas posteriores, algo oxidadas, y colocas el marco en la posición de siempre, sobre las huellas que se adivinan entre el polvo. Tienes que limpiar un poco, piensas mientras te alejas para verla en la distancia: esa sí, esa sí que eres tú, tan igual, tan distinta, tan tú. Te quitas el pañuelo y lo pasas sobre la cómoda. Te guiñas un ojo. Estáis perfectas.

(ENTC - Junio 2024 - WABI SABI)

A discreción

De pequeño, tironeaba de las trenzas a las niñas de la guardería y, desde un rincón, disfrutaba escuchando los lloros. En el colegio, escondía los bocadillos de la clase para regocijarse con las quejas de sus compañeros tapado por los abrigos. Si alguien del barrio tenía una desgracia, ahí estaba, siempre, el primero, observando el dolor en la distancia. Otros días, camuflaba la sonrisa por las lágrimas de tantos desconsuelos entre los árboles del cementerio. Y ahora, observa y babea, lo hace aún más lejos, a través de la mira telescópica.

(ENTC - Mato 2024 - SCHADENFREUDE)

El esquirol

Decidieron eliminar al príncipe besucón de la profecía. Tras un siglo de crecimiento frondoso y tranquilo del bosque, nadie estaba dispuesto a que desapareciese su hogar encantado por despertar a una princesa. Hadas y gnomos ultimaban las trampas elaboradas con ramas puntiagudas y venenos. Los animales afilaban dientes, picos, garras y cornamentas. Los elfos acechaban desde los árboles; entre arbustos, se emboscaban los duendes: si intentaba llegar al castillo, el príncipe se llevaría una sorpresa. Sólo un topo rompía el extraño silencio jugueteando con un saco de monedas. A nadie pareció importarle un animal que nunca sale en los cuentos y hace túneles bajo tierra.


El esquirol es uno de los textos de Mientras haga viento (Platero, 2024) que también aparece, junto a otros cuatro, en el número 485 de la revista Quimera (mayo de 2024).